Tomar el café, la cañita o un vino es un pequeño placer, es una forma de relacionarse, de negociar, de encuentros...
El bacalao fresco es otro pequeño placer. Así simplemente, sencillamente.
4 o 5 rodajas de patata por comensal
2 hojas de laurel
3 dientes de ajo
Aceite
Pimentón dulce
Vinagre
Cocer en agua, con sal y laurel, las patatas, en rodajas.
Al final de la cocción se añade el bacalao y se deja cocer hasta que está completamente blanco.
No conviene pasarse para evitar que se deshaga.
Una vez cocido se escurre (reservar algo de agua) y se pone en una fuente con las patatas también escurridas.
En una sartén con unas cucharadas de aceite se fríen los dientes de ajo laminados.
Cuando comienzan a tostarse (sin quemarse) se apaga el fuego y se deja que pierda algo de temperatura para añadir una cucharada de pimentón e inmediatamente un chorro de vinagre.
Revolver bien y verter colado sobre el pescado y las patatas.
No poner nunca el pimentón con el fuego encendido pues se quema inmediatamente y a pesar de no variar casi el sabor sí que cambia el color quedando las partículas negras afeando el aspecto de la salsa.
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